martes, 27 de abril de 2010

Entre cuadrantes que cuadrar

El tercer cuadrante le despertó de su sueño. Poco le importaba en aquel momento la representación de una recta, ya que su cabeza volaba lejos de aquella clase de dibujo, para ser más exactos, por encima de proyectos más amenos según ella creía.
Aquella clase se le estaba haciendo eterna y sus ojos no se le paraban de ir hacia el reloj que no paraba de mirarla desde encima de la pizarra. Muy lentamente las manecillas iban haciendo aquel recorrido que tan acostumbradas estaban, a la vez que diversos trenes estaban esperando a que se decidiera a coger alguno de una vez por todas. Varios cargados con nuevos proyectos estaban esperándole, pero no veía que de momento estos estuvieran preparados para llegar a lugar seguro.
Pero desde hace algunos días había llegado un nuevo tren cargado con un proyecto que parecía que tenía estación de destino, incluso un motivo para partir, la contra esta vez era que este parecía tener un mínimo de pasajeros para partir que solo se podía llenarse con la ayuda de un número considerable de personas.
Estas últimas era las que no tenia, pero lo mejor de todo era que no se había ni atrevido a preguntar por temor a la negativa. Además en estos momentos estaban bastante ocupados, incluida ella misma con lo que absorbían las clases ya a aquella edad.
Pero esta vez, una intuición diferente le decía que quizás este no fuera el momento pero este no se encontraba lejos de allí. Cada día que pasaba este era más caluroso y después del trabajo en un par de meses llegaría el calor y el tiempo libre, tal vez el necesario para tenerlo ocupado en su proyecto.
Al momento, el timbre la despertó, volviéndola de nuevo a la realidad. Esa realidad que tocaba de nuevo afrontar. Lista de nuevo para otra clase.

Suicida sin Motivos

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