sábado, 15 de diciembre de 2012

Nuevos comienzos

- Lo siento pero usted padece “la enfermedad de los ojos de niño”. 

- ¿Y existe algún remedio para ello doctor? ¿algún tratamiento experimental? 


El silencio valió como repuesta y el pobre hombre no pudo retener más el llanto. ¿Qué iba a hacer él? Era un respetado empresario además de padre de familia. No podía aceptar que le estuviera pasando aquello a él.

“La enfermedad de los ojos de niño” se estaba convirtiéndose en el mayor temor de los adultos en los últimos años. Sus victimas podían ser cualquiera y la prevención y tratamiento eran imposibles. Era el principal motivo por el que los medios de comunicación habían optado por negarlo todo para evitar que corriera el pánico, aunque sin mucho éxito ya que las asociaciones de afectados por este mal estaban surgiendo de la nada. Sus síntomas eran sencillos e inexplicables a la vez. Se trataba de una enfermedad que hacía que el enfermo volviera a ver el mundo que le rodeaba desde la inocencia infantil que un día tubo. De manera progresiva se volvía despreocupado con sus obligaciones, dejando se ser un miembro productivo de la sociedad y viéndose apartado a una vida pasiva e infantil. No solo se trataba de un martirio para el afectado sino también para su familia, ya que se tenía que hacer cargo totalmente de este. Sin duda se trataba de la mayor desgracia para una familia de clase media que se veía obligada a prescindir de un sueldo, además de acarrear la vergüenza que suponía tener a alguien en tal situación.