Sí, duermo con una sábana de Blancanieves y en mi cuarto tengo un cuadro del niño que no quería crecer, pero es que en los tiempos que corren una no quiere dejar de ser un poco Peter Pan. Porque ambos son personajes que han marcado la infancia de muchas generaciones, al igual que la mía.
Es por eso, que muchos hemos espiado alguna vez a nuestros juguetes para comprobar si también tenían vida como los de Andy en Toy Story o hemos querido viajar con Alicia a través de la madriguera, soñando con aquello que los films nos transmitían.
Pero no solo con las películas soñábamos, también lo hacíamos todas las tardes, queriendo ser Campeones con aquellos partidos que duraban horas si llegar a la portería, o descubriendo lo divertidas que podían llegar a ser unas simples piezas de frutas, hasta el punto de que nos daba miedo comérnoslas.
Cada generación ha tenido sus dibujos favoritos, que han traspasado las barreras del tiempo marcando a aquellos niños que se quedaban embobados ante aquellas historias.
Quizás por eso me gustan tanto los dibus, incluso cuando ya he dejado de ser una niña. Me siguen inquietando cuantos valores como la amistad o el compañerismo hemos aprendido a lo largo de nuestra vida gracias a la animación, un formato de entretenimiento que tiene más valor del que percibimos en nuestra infancia. Un género el cual se convierte en nuestro primer paso hacia la percepción de lo que es el mundo audiovisual que nos acompaña a lo largo de nuestra vida, siendo solo por eso especial.
Siempre queda algo de aquellos personajes o de aquellas fantasías que nos hicieron soñar en su momento y que nos hacen volver a aquellos tiempos en los que vivíamos en nuestras burbujas de alegría e imaginación. Es el motivo, por el que podemos seguir llorando como el primer día con algunas películas, viendo desde otro punto de vista para analizar aquello que en otra época desconocíamos. Es por esto por lo que recomiendo la experiencia de ver los clásicos de nuestra infancia de nuevo, porque es impresionante como aparecen nuevos puntos de vista que nos hacen idolatrar más a esas películas.
Recordemos estos valores y nunca dejemos de ser un poco como Peter Pan, aquel niño que no quería crecer, es algo que vale mucho la pena.
Suicida sin motivos ;)