jueves, 19 de abril de 2012

Hay que hacer algo

Despertó sin poder casi ni respirar y con los ojos llorosos. “Malditas alergias” pensó. Otro año más el frio llegaba a su fin mientras la primavera despertaba con todo el esplendor. La luz del sol le bañaba la cara, reconfortándole cada parte de su cuerpo aportándole la sensación de que todo se fuera a arreglar.

Tras saborear el momento, decidió volver a la realidad y al fin se levantó y comprobó lo que había a su alrededor. Todavía continuaban allí las consecuencias de la noche anterior, un gran cráter que se extendía desde donde se encontraba. “Quizás no fue solo un sueño”. Le quedaban pocos recuerdos de lo ocurrido, solo que había tenido que huir de su hogar en mitad de la noche tras aquella fuerte discusión.

Había que continuar adelante, así que decidió previamente hacerse un rápido reconocimiento para saber como se encontraba. Le dolía el pecho y las manos; y un cansancio hasta entonces desconocido le abordaba todo su ser. Pero lo peor no era eso, por más que intentaba acordarse de lo ocurrido, su memoria le jugaba una y otra vez una mala pasada, empezando a frustrarse por no conocer lo sucedido.

Miró a su alrededor, en quilómetros a la redonda solo podía ver bosques sin rastro de civilización alguna. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado allí? Aquello era totalmente diferente a como era su mundo. Se encontraba a solas, lo que le hacía sentirse un insecto más de los que había a su alrededor. ¿Que le quedaba ahora? ¿Hacia donde se tenia que dirigir?

Un rayo de luz lo transportó a otro lugar. Dentro del caos de una habitación destrozada unos ojos azules tenían se mirada puesta en los suyos, mientras una cálida voz le decía dentro de su ser “Hay que hacer algo”.